¿Para que relatar la pesadilla del regreso?
Buenas sean las tardes queridos habitantes y seguidores de las aventuras de este renegrío Rey republicano, que esta achicharrante tarde se asoma nuevamente a este regio balcón a improvisar un mitin acerca de la situación general de este vasto e indefinido reino.
Un día entero como llevo metido en la guarida da para pensar demasiado, y ahora que alzo la vista al fondo, distingo por vez primera un horizonte completamente distinto al que alcanzaban estos mismos ojos miopes días atrás, cuando todo era sol, arena y mar, amigos y, en general, reinaba una apacible concordia y mucha felicidad interior. Aun no se lo que veo, camino desorientado y toqueteo todo a mi alrededor con las palmas de las manos tratando de situarme nuevamente con los cercanos y no tan cercanos que me rodean. Parece que toca recomponer el escenario y vuelven las cosasquehacer (y no sólo de índole laboral), aunque yo preferiría dedicarme a los siempre inútiles proyectos de levantar castillos de arena que luego se lleva la marea.
Una se me atraganta esta tarde, y aunque dicen que es más fácil dejar que ser dejado, a veces lo pongo en duda, sobre todo cuando acude a escena ese halo de pena, de lastima, de abominable compasión en el dejador (y que tornará en desprecio si no opera pronto) y parece que el dejado se agarraría a un clavo ardiendo. Y aunque de la boca de uno no haya salido un ápice de mentira o falsa esperanza, quizá calló cuando no debió hacerlo o no fue lo claro que debió ser visto el resultado o eso dice el dejador- y ahora se entrampa en una maraña de ideas, que muy probablemente no serán más que una historia ficticia, un cuento inventado, pero que necesita hablar y despejar cuanto antes ya que en esta ocasión engañaría si dijera que no desea cerrar completamente este capítulo.
(Pero a lo que vamos) Tengo más recuerdos de este mes que del año que lo precedió. Y caben dos opciones para el inicio de este (autoconcedido) tercer mandato anual y en ocasiones teatral: cabe detallar el lamento y el llanto por esta vuelta a golpes con la realidad y la que está por venir, quejándome todo el rato por las (en realidad) minúsculas desgracias y despreciables desdichas pero suficientes para amargar a uno si lo permite, o bien establecer una cuarentena forzosa, un sopesado destierro de los malos espíritus y disfrutar del amable regocijo de las mil historias acontecidas. Pero entre las dos opciones no cabe elección cuando el alma está alegre.
P.D. Y para entendernos (entotal) que tras un verano acojonante lleno de felicidad vuelvo con muchísimas ganas de sonreír y disfrutar, de hablaros del espiritu de la caravana que nos ha impulsado, y que estoy contento, mu contento :)(y cuanta menos cancha demos a las penurias y abismos que nos acechan más alejadas las mantendremos del corazón).
Sean ustedes nuevamente bienvenidos con besos mis distinguidos lectores.
Un día entero como llevo metido en la guarida da para pensar demasiado, y ahora que alzo la vista al fondo, distingo por vez primera un horizonte completamente distinto al que alcanzaban estos mismos ojos miopes días atrás, cuando todo era sol, arena y mar, amigos y, en general, reinaba una apacible concordia y mucha felicidad interior. Aun no se lo que veo, camino desorientado y toqueteo todo a mi alrededor con las palmas de las manos tratando de situarme nuevamente con los cercanos y no tan cercanos que me rodean. Parece que toca recomponer el escenario y vuelven las cosasquehacer (y no sólo de índole laboral), aunque yo preferiría dedicarme a los siempre inútiles proyectos de levantar castillos de arena que luego se lleva la marea.
Una se me atraganta esta tarde, y aunque dicen que es más fácil dejar que ser dejado, a veces lo pongo en duda, sobre todo cuando acude a escena ese halo de pena, de lastima, de abominable compasión en el dejador (y que tornará en desprecio si no opera pronto) y parece que el dejado se agarraría a un clavo ardiendo. Y aunque de la boca de uno no haya salido un ápice de mentira o falsa esperanza, quizá calló cuando no debió hacerlo o no fue lo claro que debió ser visto el resultado o eso dice el dejador- y ahora se entrampa en una maraña de ideas, que muy probablemente no serán más que una historia ficticia, un cuento inventado, pero que necesita hablar y despejar cuanto antes ya que en esta ocasión engañaría si dijera que no desea cerrar completamente este capítulo.
(Pero a lo que vamos) Tengo más recuerdos de este mes que del año que lo precedió. Y caben dos opciones para el inicio de este (autoconcedido) tercer mandato anual y en ocasiones teatral: cabe detallar el lamento y el llanto por esta vuelta a golpes con la realidad y la que está por venir, quejándome todo el rato por las (en realidad) minúsculas desgracias y despreciables desdichas pero suficientes para amargar a uno si lo permite, o bien establecer una cuarentena forzosa, un sopesado destierro de los malos espíritus y disfrutar del amable regocijo de las mil historias acontecidas. Pero entre las dos opciones no cabe elección cuando el alma está alegre.
P.D. Y para entendernos (entotal) que tras un verano acojonante lleno de felicidad vuelvo con muchísimas ganas de sonreír y disfrutar, de hablaros del espiritu de la caravana que nos ha impulsado, y que estoy contento, mu contento :)(y cuanta menos cancha demos a las penurias y abismos que nos acechan más alejadas las mantendremos del corazón).
Sean ustedes nuevamente bienvenidos con besos mis distinguidos lectores.
3 comentarios
El hombre orquesta -
Ande has estao??
abrazo campeón!!
G. -
Un besazo enorme, mi pequeño Mr, y tómate con calma el regreso.
lulamy -
Cuenta t-o-d-o. Sonries eh, que estas contento, muy contento? pues lo cuentas ya, con detalles. que es el espiritu de la caravana.
qué bien, otra vez aquí,como nos gusta!!
Besazo gigante