Jaque al rey
Jaque de nuevo. Me doy jaque a mi mismo.
Hoy no me encuentro, vuelvo a sentirme completamente solo entre las muchas piezas que se despliegan en mi tablero. Nada con que llenar la desazón y la apatía que recorren unos ojos, hoy tristes y cansados. Unos ojos que no ven hoy mi fortaleza de otras veces, pues sólo miran al sólido rival, bien asentado, que hoy afronta el reto con la debida decisión y me intimida.
Este enemigo que viste de negro es un compañero cercano, siempre me acompaña, pero hoy lunes ataca, visto lo ignoradas que tengo sus proclamas de hacerse oír, de salir del anonimato, de tener una voz que acostumbro a ahogar en melodías musicales.
Estuve un tiempo esquivando su mirada y seguí mirando a las nubes, siempre hago lo mismo, siempre miro las nubes, adoro las nubes. Pero hoy no atiendo a lo que tengo, lo que me llena. Hoy sólo puedo mirar lo que me falta, lo que necesito, lo que quiero tener y no tengo.
Hay muchas fichas blancas en la mesa, pero hoy ninguna sirve para hacerme compañía. A los desenfocados peones se les acabaron las fuerzas entre la multitud de un frustrante fin de semana; los caballos dan tumbos, alfiles sin perspectiva y unas torres que no saben hoy lo que es la línea recta.
Enfrente, los caballos de negro, con sus saltos irregulares vuelven a aplastar mis descolocadas defensas. Siempre empiezo la partida sin Reina y así es complicada la estabilidad.
Propongo tablas, pero no creo que hoy acepte.
P.D. En el ajedrez me quedaría la opción de que el rival me ahogara, y así empatar, pero creo que esta vez me sentará mejor perder.
Hoy no me encuentro, vuelvo a sentirme completamente solo entre las muchas piezas que se despliegan en mi tablero. Nada con que llenar la desazón y la apatía que recorren unos ojos, hoy tristes y cansados. Unos ojos que no ven hoy mi fortaleza de otras veces, pues sólo miran al sólido rival, bien asentado, que hoy afronta el reto con la debida decisión y me intimida.
Este enemigo que viste de negro es un compañero cercano, siempre me acompaña, pero hoy lunes ataca, visto lo ignoradas que tengo sus proclamas de hacerse oír, de salir del anonimato, de tener una voz que acostumbro a ahogar en melodías musicales.
Estuve un tiempo esquivando su mirada y seguí mirando a las nubes, siempre hago lo mismo, siempre miro las nubes, adoro las nubes. Pero hoy no atiendo a lo que tengo, lo que me llena. Hoy sólo puedo mirar lo que me falta, lo que necesito, lo que quiero tener y no tengo.
Hay muchas fichas blancas en la mesa, pero hoy ninguna sirve para hacerme compañía. A los desenfocados peones se les acabaron las fuerzas entre la multitud de un frustrante fin de semana; los caballos dan tumbos, alfiles sin perspectiva y unas torres que no saben hoy lo que es la línea recta.
Enfrente, los caballos de negro, con sus saltos irregulares vuelven a aplastar mis descolocadas defensas. Siempre empiezo la partida sin Reina y así es complicada la estabilidad.
Propongo tablas, pero no creo que hoy acepte.
P.D. En el ajedrez me quedaría la opción de que el rival me ahogara, y así empatar, pero creo que esta vez me sentará mejor perder.
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