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EL REY DEL RETIRO

Vuelta al Albayzin

Vuelta al Albayzin Los pasos me llevaron a Granada, con los nervios de si celebrariamos el dichoso juicio del robo de langostas o finalmente se alcanzaría el jodido acuerdo. De mis viajes de curro, los más agradecidos siempre resultan los que coincide una ciudad chula con una buena amistad, y di en el clavo esta vez, ante una de las ciudades que más me gustan y un rato de tapas con esa amiga tan maja y risueña que siempre me llena de alegría.

- "¿una mujer más complicada que la media? Ufff olvídala!" eran sus consejos acerca de mi situación.

Fue una mañana de locos ante la impasible parsimonia de los implicados y, justo en el último suspiro, pum! se cierra el acuerdo con el marisquero. Conste que lo mejor del acuerdo fue que incluía una copiosa comida en el restaurante del citado marisquero. Allí me puse en mi papel de Investigador de I+D de la Sociedad Gastronomica que hemos fundado y me he traido un nuevo descubrimiento: Las Quisquillas de Motril (una perdición).

Entretanto me había acercado al mirador de San Nicolas a contemplar una montaña mucho más nevada que el pasado año. Podría pasar horas y horas, horas y horas allí arriba, quieto. Alex, mi querido vendedor de piedras pintadas no andaba por alli, durmiendo imagino, que la vida de hippie tiene de bueno eso de la libertad horaria. Asi que canuto en mano, contemplé por un rato y pensé..

Pensé que no me he enterado de nada, que nada he comprendido y que no encuentro el modo de interpretar sin errores el silencio.. Pensé que no se qué pensar y que lo mejor sería no pensar y que sea el tiempo el que me susurre al odio cuando le plazca.

1 comentario

Ana -

Envidio la parte esa de canuto en mano ante una montaña nevada. Mucho.
Va un beso para el querido letrado.